martes, 5 de marzo de 2013

Tren interior

Algún día resucitarán todas las vías muertas.
Volverán a ser dos mínimos e interminables espejos plateados bajo la luz de la mañana.
Aquel día (lo sé), muchas familias, hoy cercadas por las penurias de la ciudad se volverán al interior a descubrir la pampa y el cielo, la tierra que aún los espera.
Nueva vida vendrá hacia las viejas arterias para que renazcan y vuelvan a latir con alegría.
Ese día ha de ocurrir, porque el futuro se pinta cada amanecer y porque nada está escrito. Ha de ocurrir porque los hombres hacemos la verdad, y no la verdad a los hombres.
Un día habrá de venir, en el que toda la sangre saqueada y humillada se vuelva por lo que es suyo en un tren de gloria; y vuelva a poblar la tierra, a ver nacer la Naturaleza con el único límte del horizonte, muy lejano.
El pasado bien puede repetirse. Para bien. Al lado de una vía viva brotarán pueblos que acunarán esperanzas, ilusiones; la savia autónoma que nos reintegre a la Inocencia; con el cielo tan cercano.
Los campos serán de trigo y el trigo será de todos.
Entonces me sentiré orgulloso de ver pasar un tren argentino y de contemplar a la bandera celeste y  blanca.

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