AGUA PRIVADA
Falta mucho aún para el
Verano. Tal vez resulte entonces antojadizo hablar del Balneario Municipal.
Pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que el actual fue destruido como parte
de las obras del denominado “Parque del Bicentenario”.
Mucho tiempo y mucha inversión
habrá llevado en su momento su construcción, para ser inaugurado en el año 1954
por el Intendente Fernández. Eran épocas en las cuales Olavarría comenzaba a moverse más aceleradamente hacia
el Progreso; y en las que el sentido de comunidad permanecía vigente, con todos
sus códigos intactos. Esa comunidad encontraba en verano el esparcimiento
gratuito en un lugar privilegiado, casi en pleno centro de la ciudad.
Es muy cierto que hoy esas
aguas están contaminadas: los vertidos de la vía pública desagotan allí y es
muy probable que los niveles de esa contaminación sean elevados... Pero, ¿con
qué elementos o sustancias están contaminadas las aguas? ¿Tenemos derecho los olavarrienses a saberlo?
Si descartamos esta opción,
que brinda sólo ahora un espejo de agua donde contemplarse y soñar; las
alternativas serían, aguas arriba, más allá de la Avenida Avellaneda,
en dirección a La Isla. Aguas
abajo, la contaminación de la ciudad se hace sentir, para alcanzar su
intensidad máxima a la altura del Molino Viejo: allí son muy perceptibles las
miasmas formadas por las cloacas, aún después de tratadas. Quien lo dude, puede
hacerse una escapada hasta la margen derecha del arroyo, frente al Molino
Viejo, descender hasta cerca de la corriente, y aspirar hondo.
En los habituales anuncios que
se hacen sobre obras públicas a
realizar, no se contempla la ejecución de emprendimiento semejante. Obra
imprescindible, si pretendemos recrear el concepto y el espíritu de comunidad:
Una ciudad más unida y que
comparte momentos, día a día, a lo largo de una temporada afirmando lazos
sociales que hoy por hoy están rotos: rejas, miedos, prejuicios obran de
barrera para el encuentro y la socialización. Olavarria es una ciudad
fuertemente dividida y con tensiones sociales en constante aumento.
Si a aglomeraciones humanas
nos remitimos, debemos diferenciar entre el evento masivo como un recital, un
desfile o un carnaval -algo momentáneo y
sin participación activa de la mayoría de la población-, del hecho saludable y
natural de practicar natación de forma gratuita y segura, como deporte y
esparcimiento. Olavarria se debe un buen
Balneario Municipal; y aunque sean odiosas las comparaciones, tenemos muy
cerca el buen ejemplo de Azul, que posee un balneario de lujo, al que accede
buena parte de la población, proveniente de todas las clases sociales.
Somos agua. Y en esta
Olavarria 2010, con fuertes conflictos sociales, el Verano enerva los ánimos y no
ofrece el escape a un lugar seguro donde bañarse y al menos sosegar momentáneamente
las broncas individuales y colectivas: los clubes cobran una cuota inalcanzable
para un desocupado, un subempleado o un asalariado con familia numerosa. Agua
privada, privados de agua; o con el riesgo de una incursión furtiva en algún
recodo del arroyo o en una cantera abandonada, en sitios sin ningún tipo de
cuidados ni prevenciones. A la buena de Dios.
Como ciudadano, como
Comunicador Social, solicito que se tenga en cuenta este aporte constructivo:
Un lugar donde vuelvan a convivir en
armonía, por un tiempo, quienes gusten del deporte y del aire libre. Los
gobernantes seguramente no se han mojado jamás los pies en el fango del
Tapalqué: sus sueldos les permiten una piscina, un club privado, una
casaquinta, playas de todos los colores. Pero somos muchos, entre los que con
orgullo me cuento, quienes vemos pasar los veranos al pie de las barrancas del
arroyo, sin la oportunidad de refrescarse en aguas calmas y seguras.
Faltan meses aún para el
calor, tal vez sea ahora el tiempo de comenzar a planificar el sitio seguro
para sumergirnos en lo que mayoritariamente somos: Agua. Agua pura.
Ceferino Daniel Lazcano
Lic. En Comunicación Social