Ha querido
el verde de la vegetación visitar tu casa y abrazarla.
Piedra sobre
piedra apilada hacen un muro amarillo y se juntan en cuatro paredes bajas.
Un techo de
chapa vencido es apenas soportado por un tirante de madera. Afuera todo es
luz y brillo en este octubre de pandemia.
Pero aquí hay un rincón como una isla de silencio, sólo interrumpido por los camiones que pasan a
buscar piedra hacia el Cerro Sotuyo.
Matilde, tu nombre que habla de luchas y de batallas, resuena
aún.
Yo también te saludo al visitarte y con todo respeto, hago
silencio.
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